Mount Kimbie: Maybes
Hot Chip & Robert Wyatt: We´re Looking For A Lot Of Love
Rebolledo feat Matias Aguayo: Pitaya Frenesi
Animal Collective: Brother Spot
Black Dice: Glazin
Dirty Projectors: Stillnes Is The Move
La Roux - In For The Kill (Skream's Let's Get Ravey Mix)
The Pains Of Being Pure At Heart: Young Adult Friction
Jeremy Jay: Where Could We Go Tonigh
Swan Lake: Paper Lace
Neko Case: This Tornado Loves You
viernes, 8 de mayo de 2009
martes, 5 de mayo de 2009
Carta desde Buenos Aires. Delia Aguiar
Hoy he recibido una carta desde Buenos Aires. No es una carta ni demasiado corta ni demasiado larga, ni excesivamente bonita. En realidad es una carta de alguien a quien yo escribí, y simplemente me ha contestado. Es de un profesor con quien comparto algunos correos de vez en cuando, casi siempre relacionados con su asignatura, y da la casualidad de que se ha ido a Buenos Aires para dar unas conferencias y mi carta ha sido respondida desde allí.
Y es que desde hace bastantes años yo tengo buenas relaciones con Buenos Aires, quiero decir que de vez en cuando echo un baile con esa ciudad en mi memoria, y es una de esas ciudades con las que sólo se podría bailar llevando un vestido negro con un largo escote por la espalda; una de esas ciudades que necesita explorar los escotes que se hacen eternos por la espalda, y una ciudad que nunca dejaría de pasarte los dedos por la columna vertebral hasta llegar a la cintura. Una ciudad que toca el piano con tus vértebras y una ciudad cuyas luces se quedan grabadas en los lunares de tus omóplatos.
Hoy he recordado cómo era esa ciudad de noche, sus cines, sus kioscos, y me he tumbado en la cama bocabajo estirando mucho los brazos para imaginar que mi cuerpo era la superficie de su aeropuerto y que allí aterrizaban los aviones, y en mi piel se producían abrazos y se lloraban despedidas, y los taxistas en sus coches esperaban la salida de los viajeros con las ventanillas abiertas y con la indiferencia que produce la costumbre que les hace olvidar lo que significa estar en Buenos Aires. Y casi en las afueras, en una larga avenida de aceras anchas como son las aceras de Buenos Aires, mi profesor paseaba algo perdido, sin saber que sus pasos transcurren por mi espalda y que, a diferencia de lo que el cree (que camina por Buenos Aires), es Buenos Aires la que está caminando por su espalda. Buenos Aires no es en realidad una ciudad, sino un acontecimiento que bebe de las médulas.
Delia Aguiar
Y es que desde hace bastantes años yo tengo buenas relaciones con Buenos Aires, quiero decir que de vez en cuando echo un baile con esa ciudad en mi memoria, y es una de esas ciudades con las que sólo se podría bailar llevando un vestido negro con un largo escote por la espalda; una de esas ciudades que necesita explorar los escotes que se hacen eternos por la espalda, y una ciudad que nunca dejaría de pasarte los dedos por la columna vertebral hasta llegar a la cintura. Una ciudad que toca el piano con tus vértebras y una ciudad cuyas luces se quedan grabadas en los lunares de tus omóplatos.
Hoy he recordado cómo era esa ciudad de noche, sus cines, sus kioscos, y me he tumbado en la cama bocabajo estirando mucho los brazos para imaginar que mi cuerpo era la superficie de su aeropuerto y que allí aterrizaban los aviones, y en mi piel se producían abrazos y se lloraban despedidas, y los taxistas en sus coches esperaban la salida de los viajeros con las ventanillas abiertas y con la indiferencia que produce la costumbre que les hace olvidar lo que significa estar en Buenos Aires. Y casi en las afueras, en una larga avenida de aceras anchas como son las aceras de Buenos Aires, mi profesor paseaba algo perdido, sin saber que sus pasos transcurren por mi espalda y que, a diferencia de lo que el cree (que camina por Buenos Aires), es Buenos Aires la que está caminando por su espalda. Buenos Aires no es en realidad una ciudad, sino un acontecimiento que bebe de las médulas.
Delia Aguiar
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