martes, 7 de julio de 2009

Oca

El perro de mis vecinos chinos se llama Oca. También podría ser Noca, Monca, Onca, Loca, pero de todos esos nombres que oigo cuando se dirigen al animal he elegido Oca. Cada vez les llega la hora de acostarse, escucho desde mi balcón a la mamá china luchar contra Oca para que no pase la noche dentro de casa. Oca, pasa por aquí; Oca, fuera; no, Oca, no; Oca, vamonooos. Me llama la atención y me hace pensar mucho que se diriga al perro en castellano. Me parece lógico que a veces use el castellano con sus hijos, muy pequeños los dos, pero que lo haga con el perro me extraña. A veces pienso que no se dirige al perro, que más bien se dirige a alguien que pudiera estar escuchándola. Probablemente usa el castellano porque quiere que alguien la entienda cuando habla con Oca. Por mi parte tengo claro que si le hablara a Oca en chino, no estaría pendiente de ella ni permanecería en el balcón hasta que acabara. Me gusta sobre todo el momento en el que consigue que Oca se quede quieto y acepte que va a pasar la noche fuera, cuando cierra la puerta diciéndole “buenas noches...adios”. Siento un cosquilleo con ese buenas noches, pues lo dice con tanta suavidad que más que a despedida suena a caricia, a dulce caricia china.


Carlos Carrión Guardia

Poema compulsivo. Ángela Torrijo

Ella deja la mente en blanco
cuando conduce
cuando la conducen
y el cielo
se mueve
y los ojos la miran
desde la ventana
en movimiento
que respira
como su pecho
como los ojos
que la miran
a través de los árboles
las nubes
las señales de tráfico.

Entonces ella los cierra
para dejarse mirar mejor.


Ángela Torrijo Arce