miércoles, 1 de abril de 2009

El balcón. Delia Aguiar

Hoy he ido a la tertulia. Había gente. Yo quiero a la gente. La gente sufre y yo quiero comprenderles. Así he tratado de hacerlo. Aunque a mí nadie me comprenda. Pero antes he caminado hasta la tertulia desde Moncloa hasta la Glorieta de Bilbao. Al Café Comercial. Son tres o cuatro paradas de metro. Me gusta cruzarme con la gente de esos barrios, tan bien vestida. Se nota su dinero. Llevan las marcas en las mejillas de los colchones nuevos. Están sanos.

Hacía fresco, y no hacía más que preguntarme qué buscábamos todos un sábado por la mañana. Vivir a secas es muy poco, es no decir nada. Quizá la primavera. En este día el sol hacía su comunión y confesaba sus pecados de invierno. El sol es infiel como el vecino, como lo soy yo queriendo a muchos. La boca que besa a todos y no besa a nadie. El tiempo entre mis dientes es áspero, me hace añicos el tiempo sin saber para qué es el tiempo.

Sin embargo, he llegado de las primeras. Había sólo un hombre sentado en una mesita frente a los balcones, en la planta de arriba. Estaba leyendo a Schopenhauer. Me he sentado con él, enfrente, y él se ha alegrado de verme. Creo. Me ha gustado la escena del balcón hablando con ese desconocido al que sólo me unía el amor por Schopenhauer. Yo me sentía bien, con mi moño alto y el balcón abierto. En ese ambiente entre bohemio y nostálgico. Siempre seria, últimamente. He pensado que yo debo ir algún día allí sola, sin tertulia. A escribir un poema frente a ese balcón. Hay veces que te llama un poema para que lo escribas y otras veces un lugar te llama por ese poema. Los lugares llaman, avisan. Se vuelven enfermos en sus lechos de muerte pidiendo que vayas. En sus últimas voluntades, tu poema. Y el cartón del aire hace sus copias y a la vez aísla tus palabras de las de los otros.

Quiero mirar por un balcón roto, recoger sus pedazos y hacerme el delantal que componga mi vida, que sujete mis ganas. Quiero dejar de hablarme a mí misma de una vez por todas, y que me hable la vida.

Delia Aguiar

1 comentario:

Javier Cerced dijo...

Un gustazo leerte, como siempre, siempre.
Javier